Se encuentra usted aquí

Son unos movimientos automáticos dirigidos por el tronco encefálico que tienen todos los bebés ya des del útero materno i que le permiten sobrevivir al nacer. Son un ejemplo el reflejo de succión o del moro.

Estos reflejos están activos durante un tiempo muy limitado y dan paso a los reflejos posturales, lo que permite un correcto desarrollo neurológico; de esta forma el bebé puede comer, presionar con su mano, levantar la cabeza y progresivamente arrastrarse, sentarse, gatear, ponerse de pie… Es muy importante pasar por todas las fases del desarrollo para asegurar una correcta maduración cerebral.

Si por cualquier motivo alguno de estos reflejos no se inhibe o queda retenido habrá una inmadurez cerebral que puede afectar, no solo a las habilidades motoras sino también a la percepción sensorial o cognitiva.

Los niños que tropiezan mucho, que tienen dificultades para ir en bici, que se les caen las cosas de las manos, que tienen malas posturas en la silla cuando se sientan y no pueden estarse quietos, que se saltan las líneas al leer, que tienen problemas de atención (TDA) o hiperactividad (TDH)… podrían tener uno o más reflejos retenidos. 

Mediante una evaluación podemos valorar estos reflejos. La TMR o Terapia de Movimientos Rítmicos, consiste en un programa de ejercicios que se le dan al niño para conseguir integrarlos.